Narra Fran:
Desperté llena de energía. Era sábado, no tenía clases y podía pasar todo el día con mi novio, lo que me ponía de muy buen humor. Me duché, vestí y caminé hacia la puerta de mi habitación para desayunar. Cuando abrí la puerta me encontré con Joe, que tenía la mano arriba, como si hubiera estado a punto de golpear la puerta. Estaba vestido con ropa deportiva y tenía su cuerpo lleno de transpiración.
Fran: Hola bebé. ¿Qué te paso?
Joe: Salí a trotar. ¿No me das un beso de buenos días?
Fran: Eh… después de que te duches y te cambies de ropa todos los besos que quieras (sonreí).
Joe: Pero Fran, yo quiero ahora (intentó acercarse a mí, pero lo detuve).
Fran: No des ni un paso más. No quiero que te acerques a mí en ése estado (no me hizo caso y caminó hacia mí). ¡Ya te hable Joseph!
¡Aléjate!
Joe: Tienes que quererme limpio o sucio (advirtió estirando los brazos).
Fran: ¡No, por favor! ¡No me toques! (rogué).
Pero ya era demasiado tarde. Me abrazó y comenzó a balancearme de un lado a otro asegurándose de que ninguna parte de mi cuerpo quedara libre de su sudor. Grité intentado que me soltara, pero no lo hizo. Cuando por fin me dejó en libertad, sonrió triunfante.
Joe: Te adoro.
Fran: ¡Pues yo no! Ahora tendré que ducharme y cambiarme de ropa otra vez. Con lo que me costó elegir que ponerme (alegué).
Joe: Que coincidencia, yo también tengo que bañarme. Podríamos ahorrar agua, ya que es muy escasa y… (propuso seductoramente).
Fran: Ja, ja, ja (reí sarcástica). Ni lo sueñes. ¡Arg! Te odio. ¡Ahora sal de mi habitación!
Lo empujé hasta el pasillo y corrí hasta el baño urgida por sacarme la ropa sucia, aunque no podía negar que mi novio había dejado su varonil aroma impregnado en todas mis prendas.
Estaba terminando de vestirme nuevamente cuando escuché que tocaban la puerta de mi cuarto varias veces. Fui a abrir y me encontré con Joe, quien aun no se había duchado, con una pistola de juguete en la mano.
Fran: Pero ¿Qué....
Joe: ¡Cierra la puerta, rápido! (grito después de entrar corriendo).
No se por que pero cerré la puerta lo mas rápido que pude, quizás fue por la forma en que lo dijo, parecía desesperado. Al segundo se escucharon más golpes desesperados en la puerta. Ya estaba empezando a molestarme.
Fran: ¿¡Qué pasa!? (Pregunte de mala forma mientras abría la puerta).
Joe: ¡No abras!
Pero ya era tarde. Cuando abrí entraron mis dos hermanos pequeños, Felipe y Juan Pablo, ambos con una pistola parecida a la de Joe en las manos.
Felipe: ¡Morirás! (gritó dramático apuntando a Joe)
Mis dos hermanos pequeños se tiraron, literalmente, sobre Joe haciendo que este cayera sobre mi cama. Mientras ambos gritaban y saltaban sobre el pobre de mi novio él les seguía el juego como un niño de su misma edad.
Fran: ¡Hey! (intenté llamar su atención pero no escuchaban). ¡Chicos basta! ¡Ya paren!
Mamá de Fran (Mónica): ¡Chicos a comer! (gritó desde abajo).
La única forma de llamar su atención, ¿cómo no lo imagine antes? Los tres reaccionaron de inmediato y corrieron a la puerta, como si nunca hubieran probado la comida en su vida.
Fran: Oye, ¿a dónde crees que vas? (pregunte en un tono divertido, deteniendo a Joe por la muñeca).
Joe: A… ¿Comer?
Fran: No, no, no. Usted va a ducharse…
Joe: ¿Puedo ducharme después?
Fran: No.
Joe: ¿Por favor? (pidió con su mejor tono de bebe)
Fran: No. Ahora, a ducharse...
Joe: P-pero…
Fran: Ya dije mi última palabra. Mientras más te demores más tarde vas a comer…
Joe: Bueno…
En menos tiempo de lo que esperaba mi novio estaba sentado a mi lado degustando el delicioso almuerzo. Después de comer salimos a dar un paseo por el barrio. Como creí que el clima estaría a nuestro favor salí sólo con polera, pero luego de unos minutos de caminata una bresca brisa otoñal erizó mi piel.
Joe: Ten (dijo pasándome la chaqueta que traía puesta).
Fran: Pero… no quiero que te enfermes.
Joe: No me pasará nada. Recíbela.
La acepté con una sonrisa y le agradecí el gesto besándolo.
Joe: ¿Sabes? (pasó su brazo por mis hombros y tomé la mano que colgaba ellos mientras lo abrazaba por la cintura). Me encanta estar contigo así.
Fran: ¿Así cómo?
Joe: Abrazados, paseando, tranquilos. Es genial poder verte o besarte cada vez que quiera.
Fran: A mi también me encanta, bebé.
Mientras, en Los Ángeles…
Narra Andre:
Andre: En este preciso momento odio a Joe.
Tú: ¿Por qué?
Andre: Porque esta con Fran, divirtiéndose mientras nosotras estamos aburridas y la extrañamos.
Tú: Tienes razón. Pero piensa que es más fácil que ellos terminen su relación que nosotras dejemos de ser amigas.
Andre: Como sea, ¡lo odio!
Tú: Te invito un helado, para que dejes de estar triste.
Andre: ¡Esta bien! ¡Vamos! Muero por uno de chocolate.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario