Capítulo 40 (Primera Temporada)

sábado, 18 de abril de 2009
Nacho: Sí, el mismo... ¿cómo estas?
Tu: Bien, ¿te llamaron las chicas?
Nacho: Sí, me dijeron que necesitabas ayuda para ir a tú casa…
Tu: S-sí... tú...
Nacho: (interrumpiendo) Obvio que te ayudo, dime donde estas para pasarte a buscar...
Tu: ¡Gracias, gracias, gracias! (dije con alegría) Estoy en el Hotel Triton...
Nacho: OK, en 30 minutos estoy allá. Adiós (corto).

Estaba un poco nerviosa. Era muy extraño pedir ayuda y confiar completamente en una persona que no recordaba… pero esperaba que todo lo relacionado a él volviera a mi memoria en cuanto lo viera. Ya habían pasado los 30 minutos y me llamaron desde la recepción…
*****: Señorita _____ (tu apellido), Ignacio Franzani esta esperándola en el hall de entrada.
Tú: Gracias, enseguida bajo.

Llegué y estaba atestado de gente. No recordaba mucho la cara de Nacho, pero cuándo lo iba a buscar sentí una mano en mi hombro, lo que me hizo girar…

Nacho: ¡______! (abrazándote) ¿Cómo estas?
Tú: Bien, gracias. ¿Te gustaría tomar un café?
Nacho: Claro, lo que tú quieras =)

Nos dirigimos a la cafetería del hotel y le pedí que me pusiera al día de las cosas que habían pasado desde que Andrés me llevó a Los Ángeles…

Nacho: Bueno, no llegaste a dormir esa noche a tú casa, pero tú tía no se preocupo en lo más mínimo. Al siguiente día tampoco apareciste y ella seguía como si nada. Pero al tercer día de tu desaparición yo fui a buscarte y tú tía me contó que no habías llegado a casa en todos esos días. Ella pensó que te habías escapado, ya que le mencionabas constantemente que tu vida era un infierno con ella y que lo único que querías era dejar de vivir ahí, pero yo no creí lo mismo, por lo que le conté a mi padre y contratamos a un detective para que te buscara. Pasaron semanas y no había rastro de ti. Pero ahora estas aquí y eso es lo importante (dijo sonriendo).
Tú: Wow… de verdad que estoy sorprendida, fue muy lindo de tu parte buscarme.
Nacho: Es lo mínimo que podía hacer, eres como una hermana para mí.
“Eres como una hermana para mi” esas palabras quedaron en mi cabeza e hicieron que lo recordara ¡SI! El siempre me decía eso... ya estaba casi acostumbrada al dolor de cabeza que me venia cuando recordaba algo así que no le di importancia y lo único que hice cuando volví a la realidad fue abrazarlo... el estaba distraído tomando un café, mi abrazo lo tomo por sorpresa...
Nacho: (un poco sorprendido) ¿Q-qué paso?
Tu: (lo deje de abrazar y lo mire a los ojos sonriendo) No sé como no te recordé antes…
Nacho: ¿Qué hizo que me recordaras?
Tu: “Eres como una hermana para mi” siempre me lo decías ¿o no?
Nacho: Es verdad... (con una tierna sonrisa en el rostro)
Tu: Oye, emm... yo... (bajando la mirada)
Nacho: ¿Qué?
Tu: Yo... me gustaría...
Nacho: (interrumpiendo) ¿Te gustaría ir a tu casa?
Tu: (asintiendo con la cabeza) ¿Crees que seria bueno?
Nacho: En realidad creo que te serviría mucho, además me gustaría ver la cara de tu tía cuando te vea (riendo).
Terminamos de tomarnos el café y nos dirigimos a mi casa. En el camino estaba nerviosa pero él me tranquilizó con algunos chistes y contándome algunas historias. Me distraje tanto que cuando volví a pensar en que lo estaba pasando ya estábamos en la puerta de mi casa y no alcance ni a reaccionar cuando Nacho ya había tocado el timbre…

*****: Buenos días señor Ignacio, ¿seño-señorita ______?
Nacho: Sí Clara, ______ ha regresado…
Clara: ¡Por Dios! (me abrazó). ¿Cómo ha estado? ¿Dónde ha estado todo este tiempo? No sabe lo preocupada que me ha tenido (dijo con lágrimas en los ojos).
En ese momento recordé a Clara… ella era la empleada de la casa, pero yo la sentía como una segunda madre. Ella me crió y siempre estuvo conmigo cuando mis papás estaban de viaje. Era una mujer muy amable, de estatura baja y morena.
Tú: Estoy bien, gracias. Después te cuento todo, es una larga historia. Ahora me gustaría hablar con mi tía.
Clara: Bueno mi niña. Esperen en la sala…
Tú: Clara… no le digas que soy yo, sólo dile que Nacho la espera, por favor.
Clara: Cómo tú quieras. Enseguida vuelvo.

Pasaron no más de tres minutos cuándo la vi pasar por la puerta. Alta, de pelo corto y mirada altanera. Su voz clara y fuerte hizo que mi piel se erizara.

Rose: ¿Me buscabas Ignacio? (aún no se daba cuenta de mi presencia).
Tú: Soy yo la que la busca.
Rose: ¡¿______?! (dijo sorprendida). No te esperaba por acá.
Tú: Claro, si tú ya me dabas por muerta, o fugitiva.
Rose: ¿Que querías que pensáramos si te vas sin dejar ni una nota?
Tú: No lo sé, pero es obvio que tú pensaste lo que más te convenía, para poder quedarte con el dinero.
Rose: Querida, no pienses así… mejor cuéntame que te paso…
Tú: Un chico sicópata me drogó y llevó hasta Los Ángeles, perdí y memoria y acá estoy… tratando de recuperar lo que es mío.
Rose: ¡Qué tragedia!
Tú: No seas cínica, por favor. Nunca he querido tú lástima y hoy no voy a empezar.
Rose: Sólo trato de demostrar un poco de preocupación… al fin y al cabo, eres mi sobrina.
Tú: Gracias por preocuparte (dije sarcásticamente), pero creo que es un poco tarde.

0 comentarios:

Publicar un comentario