Capítulo 26 (Segunda Temporada)

martes, 18 de agosto de 2009
Andre se quedó callada y yo tenía la mirada fija en el suelo. No me atrevía a mirarla. El silenció comenzó a desesperarme…
Tú: Es muy extraño… (dije de repente). No sé bien qué pasa, pero me siento mal…
Andre: Pero…
Tú: ¿Qué?
Andre: No sé qué decirte.
Tú: No te preocupes. Me sirve que escuches.
Andre: Mmm… ¡ya sé!

Narra Fran:

Extrañaba mi casa, a mis padres y hermanos. Pero no me podía sacar a Joe de la cabeza. Costaba tanto estar lejos de él.
Fran: ¿Aló? (el celular me sacó de mis pensamientos).
Eran mis amigas que llamaban. Recién en ése momento me di cuenta que tenía varias llamadas perdidas de ellas, las que no vi porque durante el vuelo apagué mi celular. Me extrañó que llamaran tan pronto porque había llegado sólo hace unos minutos a mi casa y algo me decía que no era simplemente para saber cómo estaba.
Andre: Hola, Fran. ¿Cómo llegaste?
Fran: Bien… ¿están con los chicos?
Andre: No. Tenían trabajo que hacer.
Fran: Ah… ¿qué pasa?
Andre: Es que necesitamos tu ayuda. Ya sabes, consejos…
Fran: No pueden vivir sin mí (comenté riendo).
Andre: Es verdad.
Fran: Bien, díganme cual es el problema.
Cuando me contaron entendí perfectamente a ______. Nick y Nate eran tan distintos. Uno era exactamente lo que el otro no era. Nick, al que conocía más, no era serio, pero sí pensaba mucho las cosas. No se dejaba llevar por sus emociones. En cambio, Nate era un aventurero. Vivía sin preocupaciones.
Fran: ______, no te sientas mal. Que te guste Nate no tiene nada de malo.
Tú: Pero no puedo, Fran. Sólo han pasado unas semanas desde que termine con Nick… ¡además no me gusta Nate! (aclaré). Sólo me atrae.
Fran: Como sea, es lo mismo (susurré). Y claro que puedes. La cabeza no controla al corazón. No puedes negarte a esos sentimientos. Y quizás otra relación te pueda ayudar.
Tú: ¡No estoy pensando en otra relación ahora!
Fran: Esta bien. Pero uno nunca sabe lo que puede pasar…
Tú: Me confundes más.
Fran: ¡Déjate llevar! No pienses tanto las cosas.
Tú: Eso sí lo sé… pero no creo que pueda.
Fran: Sólo depende de ti, ______.

Narras Tú:

Ya sabía lo que tenía que hacer, pero no sabía si iba a poder hacerlo. Nunca había sido de dejarme llevar. Nunca. Y seguía sintiéndome mal por Nick…
Andre: Tengo algo que te puede animar. Espérame.
Hice lo que me dijo y me recosté en el sillón mirando al techo.
Andre: Toma (dijo cuando llegó). Te lo regalo.
Tú: ¡Chocolate! ¡Gracias, Andre!
Andre: (sonrió) Sabía que te gustaría.
Denise me llamó al otro día en la mañana diciéndome que Frankie estaba rindiendo muy mal en el colegio, por lo que me pidió que por favor le ayudara ya que sus hermanos no tenían tiempo. Acepté con gusto. Como había terminado de grabar tenía bastante tiempo libre y sinceramente, ese niño me encantaba.
Nate: ¿______? ¡Hola! ¿Qué haces aquí? (preguntó cuando llegué a la casa de los Jonas).
Tú: Hola, Nate. Vine por Frankie. Le voy a ayudar un poco para que suba las notas… ya sabes (dije mientras él se hacía a un lado y me dejaba entrar).
Nate: Ya veo. Pero Denise y Frankie salieron hace un momento.
Tú: (suspiré) Entonces vendré más tarde.
Nate: ¿Por qué no los esperas? Los chicos se fueron a trabajar y me dejaron solo aquí. Me vendría bien un poco de compañía.
Tú: Eh… yo no…
Nate: Está decidido (mencionó cerrando la puerta). Ven, tengo una idea para pasar el rato (sonrío).
Nate comenzó a subir las escaleras y yo aún no reaccionaba. Estaba tan nerviosa. ¡Lo que menos quería era estar sola con él!
Nate: Toma.
Tú: ¿Qué es esto?
Nate: ¿Es que no lo sabes?
Tú: Es un casco, lo sé (respondí con el objeto en las manos).
Nate: ¿Sabes usarlo o te enseño? (bromeó). Si te pasa algo creo que todos en la casa me matan.
Tú: No entiendo.
Nate: Mira… (tomó el casco de mis manos) lo pones en tu cabeza y…
Tú: ¡No! ¡Eso si lo entiendo! (dije exasperada).
Nate: (rió) Joe tiene razón. Es divertido bromear contigo. ¡Ven!
Me llevó a la salida tomándome de la muñeca. Antes de poder responder ya nos encontrábamos fuera de la casa. Nunca en mi vida había bajado las escaleras tan rápido.
Tú: Debes estar bromeando… (retrocedí unos pasos quitando el casco de m cabeza).
Nate: Esta vez no. ¿Acaso de da miedo?
Tú: ¡Por supuesto!
Nate: ¡Oh, vamos! Confía en mí…
Tú: De verdad. ¡No pienso subirme a esa moto!
Nate: ¿Por qué no? ¡Será divertido!
Tú: No. No quiero. Es peligroso.
Nate: No lo es. A mí nunca me ha pasado algo grave.
Tú: ¿Algo “grave”? ¡Tú sabes andar en esta cosa!
Nate: Ahora sí, pero ¿cómo crees que empecé?
Tú: ¿Cómo voy a saber eso?
Nate: ¡Es obvio! Nadie nace sabiendo. Tuve que aprender y caer muchas veces. Me arriesgué. ¿Tú has hecho algo así alguna vez?
Tú: Toma (dije después de pensarlo).
Le entregué es casco y subí a la moto. Nunca había hecho algo así, pero aunque me diera miedo lo quería hacer.
Nate: Tienes que ponértelo.
Tú: ¿Por qué? Tú dices que no pasará nada.
Nate: Nunca se sabe…
Tú: Tú no llevas uno.
Nate: Sólo tengo éste y prefiero que lo ocupes tú, _______.
Tú: ¿Estás loco? Si caemos, cosa que no creo que pase, terminaremos los dos igual.
Nate: Claro, pero yo recibo toda la furia de la familia. Me echaran de la casa y…
Tú: No quiero hacerme cargo de ti si es que te golpeas en la cabeza y yo no (respondí como excusa).
Nate: Muy ingeniosa. ¿Siempre consigues lo que quieres?
Tú: Casi, pero no quiero muchas cosas.
Nate: No pareces caprichosa.
Tú: No lo soy.
Él subió por adelante mío. Cuando puso en marcha el motor me aferré con fuerza a su cintura. Estaba muy nerviosa.
Nate: ¡Sujétame!
Tú: ¡Eso hago!
Aceleró y yo grité involuntariamente. Nate se rió ante mi reacción. Al poco tiempo me comenzó a gustar la sensación del viento en mi cara y la rapidez con la que nos movíamos. Me hacía sentir libre, como si nada importara.
Nate: ¡WO-HO! (gritó con fuerza). ¡Esto me encanta!
Tú: ¡No grites! (reí).
Nate: ¡¿Vamos más rápido?!
Tú: ¡Sí!
Nate: Jajaja. Recuerda que tú lo quisiste.
Tú: ¡Ahh! (chillé cuando aumento la velocidad).
Nate: ¡No grites! (me imitó).
Me sujete con más fuerza a su cuerpo. Nos reíamos por cualquier cosa. ¡Era tan divertido!
Tú: ¿Por qué te detienes?
Nate: ¿Quieres conducir? (preguntó con una sonrisa).
Tú: ¿Yo? No gracias.
Nate: ¡Es fácil! Vamos, _____.
Tú: No es una buena idea.
Nate: ¡Es una estupenda idea!
Con agilidad él cambio de puesto, ubicándose atrás. Paso sus brazos por encima de los míos y nuestras manos quedaron unidas en el manubrio.
Tú: Pero yo no… quería (titubeé nerviosa).
Nate: Sí querías. Bien, ahora tú sólo tienes que dirigir, yo me encargo de lo demás. ¿Lista?
Tú: No me dejas otra opción.
Nate: Exacto.