¡CHICAS! Esta vez si que me pasé, de verdad, y lo siento mucho. Pero hasta la semana pasada estuve con exámenes finales y entenderán que lo único que hacía era estudiar, ya que era mucha materia. Pero gracias a Dios aprobé todos mis ramos :{D
Son las mejores, de verdad, no puedo expresar con palabras lo feliz que estoy con que sean mis lectoras y lo agradecida que estoy con ustedes por toda su paciencia y sus bellos comentarios. Son las mejores, de verdad, las amo <3
Espero que les guste este cap y comenten :{D
Fran.~
http://twitter.com/fraani_/
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Narras Tú:
Cerca de las 9 de noche el timbre sonó, anunciando que Cata había llegado. Puse el último pastelillo decorado en la bandeja y golpeé la mano de Andre por décima vez, después de su intento fallido por sacar uno.
Andre: Más tarde vas a poder comer (la regañé).
Me dirigí a la puerta y saludé a nuestra amiga con un cariñoso abrazo. Hacía mucho tiempo que no podíamos pasar tiempo juntas fuera del colegio, y ya era hora de ponernos al día.
Como yo había sido la de la idea de la pijamada, Andre me había dejado encargada de todo, proclamándome la anfitriona de la velada. La única tarea que le había designado a ella era encargar las pizzas, cosa que responsablemente cumplió.
Andre: El repartidor dijo que las traería en una hora (informó después de saludar a Cata).
Tú: Perfecto (sonreí, ansiosa por disfrutar de una relajada noche con mis amigas).
Como la habitación de Andre era la más grande, decidimos instalarnos ahí. Los padres de Andre estaban en una comida de negocios y llegarían en la madrugada, por lo que teníamos la casa para nosotras tres.
Nos pusimos nuestros pijamas y nos sentamos en la cama a conversar de la vida y distintas cosas banales.
Cata: ______, nunca me contaste como te fue en el viaje a San Francisco (recordó).
Al instante me puse seria y miré significativamente a Andre, pero intenté disimular mi estado y le sonreí a Cata.
Tú: Bien. Aproveché de ver a Fran y a Nacho y de descansar. Nada fuera de lo común (mentí).
No me gustaba engañar a la gente, menos a mis amigos, sin embargo, el tema de Andrés era demasiado complicado y delicado como para contárselo a Cata, menos a esta altura. Por más que él hubiera vuelto a mi vida, o eso se suponía, el capítulo del secuestro y la pérdida de memoria era algo que ya había cerrado, por mi propio bien mental. Además, esa no era la noche para recordar y revivir amargos episodios.
A pesar de que durante la tarde el clima había estado casi primaveral, durante la noche se desató una fuerte tormenta. El viento hacía que las ramas de los árboles chocaran contra las ventanas y la lluvia golpeaba el vidrio de las mismas y el techo.
Andre: Creo que deberíamos saltarnos las películas de terror (dijo con cara de susto). La combinación de este clima con un psicópata no me va a ayudar a dormir.
Tú: Eres una cobarde. Bien sabes que las películas son pura ficción (sonreí burlesca).
Andre: Algunas están basadas en hechos reales (se defendió). Y no está demás decir que este mundo está lleno de locos.
Esperé que esa no fuera una indirecta, así que no presté mayor atención.
Cata: El chico de las pizzas se está demorando más de la cuenta, ¿no? (miró su reloj). Son casi las 10.30 de la noche.
Andre: Tienes razón… (se acercó a la ventana que daba a la calle y echó un vistazo). No se ve nadie. Quizás deberíamos llamar otra vez (propuso).
En ese momento, un trueno retumbó por toda la casa, y un segundo después nos quedamos a oscuras. La luz se había ido.
Tú: ¡Maldición! El viento tiene que haber tirado algún cable.
Andre: Quizás sólo se cortó la luz en la casa.
Cata: No lo creo (dijo mirando desde la ventana). Las casas vecinas también están a oscuras, y dudo que sea porque están todos durmiendo.
Andre: De todos modos voy a bajar a revisar los fusibles. ______, ¿puedes ir a buscar linternas? Creo que hay una en la cocina.
Tú: Por supuesto. ¿No te molesta quedarte sola un momento, Cata? (le pregunté a la invitada).
Cata: Claro que no. Las espero aquí.
Bajé junto con Andre al primer piso y después nos separamos. Por suerte esa noche a luna estaba en todo su esplendor, lo que me permitió ver lo suficiente como para no chocar con los muebles. Revisé todos los cajones de la encimera donde podría encontrar una linterna, pero fue en vano. Me dirigí a un armario que estaba cerca de la puerta que daba desde la cocina al patio trasero, para revisar allí. Tampoco encontré una, pero una sombra pasar por al lado de la ventana me distrajo, y a la vez, asustó.
Nadie estaba en el patio, repetí en mi fuero interno. Era imposible. Respiré profundo, intentando calmarme, pero un nuevo y aún más fuerte trueno hizo que el corazón se me acelerara.
Estabilicé mi respiración y miré disimuladamente por la ventana, rogando por no ver a nadie ahí. Gracias a Dios, mis súplicas fueron escuchadas. El patio estaba desierto.
Salí corriendo de la cocina y en eso choqué con Andre, haciendo que me cayera al piso.
Andre: ¿Estás bien? Pareciera como si hubieras visto un fantasma (me ayudó a pararme).
Tú: Sí, eso creo. No me gustan las tormentas.
Andre: A mí tampoco, menos cuando estamos solas (tiritó dramáticamente). No pasaba nada con los fusibles, así que tiene que ser algo de todo el barrio. ¿Cómo te fue con la linterna?
Tú: No pude encontrar ninguna (después del susto que había pasado, se me había olvidado por completo).
Andre: Yo hallé una (levantó un poco el brazo, agitándola). ¿Subimos?
Estábamos en el primer peldaño de la escalera cuando alguien comenzó a golpear la puerta con fuerza. Ambas dimos un respingo.
Tú: No lo imaginé, ¿verdad? (mi amiga negó con la cabeza).
Andre: ¿Será el chico de las pizzas? (dudó).
Tú: No lo creo…
Me acerqué sigilosamente a la puerta de entrada y vi eché un vistazo por la mirilla.
Tú: No hay nadie (susurré).
Andre: Quizás fue el viento (dijo no muy convencida, y yo la fulminé con la mirada).
Miré por la ventana que estaba al lado de la puerta, pero fue en vano. La persona, porque no podría haber sido una cosa, que había golpeado la puerta, no estaba.
Andre: ¿Crees que es…? Ya sabes.
Tú: ¡Por supuesto que no! ¿Qué estaría haciendo en Los Ángeles?
Andre: ¿Acosándote? (hice como si no la había escuchado).
Claro que había pensado en Andrés, pero no lo iba a decir. Era bastante paranoico de mi parte pensar que podía ser él, y negaría hasta la muerte que él estaba nuevamente dispuesto a hacerme daño sin tener pruebas contundentes para probar lo contrario.
Andre: ¿Escuchaste eso? (saltó a mi lado después de escuchar otro trueno).
Tú: Sí, pero es sólo un trueno (intenté calmar a mi amiga sin mucho éxito).
Andre: No, algo en el patio trasero. Estoy segura que escuché algo… o a alguien (me miró aterrada).
Sabía que entre las dos, yo era la más calmada, por lo que hice tomo mi esfuerzo para mantener ese papel y tranquilizar a mi amiga.
Tú: No es nada, te lo aseguro.
Fui hasta la sala, donde había un ventanal enorme que daba una panorámica del patio trasero. Abrí las cortinas y sonreí, dando media vuelta.
Tú: ¿Ves? Absolutamente nadie.
Pero mi sonrisa desapareció en cuanto vi el inconfundible rostro de Andrés en una ventana que tenía al frente. Al igual que en San Francisco, en sólo un segundo su imagen había desaparecido.
Andre: ¿Qué pasó? ¿Qué viste? (siguió mi mirada hasta la ventada y corrió a ella). No hay nadie (dijo confundida). ______, ¿qué diablos fue lo que viste? (exigió entre asustada y preocupada).
Yo estaba helada, no podía reaccionar. ¿Fue mi imaginación o realmente Andrés había estado en mi casa? Nadie más lo había visto, y había sido algo demasiado rápido y borroso como para asegurar que era él y que no había sido mi imaginación la que me había traicionado. Sin embargo, no pude evitar que un escalofrío me recorriera por completo.
Andre: ¿Estás bien? (se acercó a mi).
Tú: Sí (negué con la cabeza, intentando despejar mis pensamientos). Creí que había visto algo, pero estoy alucinando. ¿Subamos? Cata debe estar preocupada (le regalé mi mejor sonrisa, esperando que creyera que todo estaba en orden.
Andre: Está bien (aceptó no muy convencida).
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